viernes, 14 de mayo de 2010

'Ciudad de vida y muerte' crueldad y belleza en una China en guerra.

¿Cómo se puede llegar a una situación en la que para una prostituta, comer un caramelo, sea algo extraño por inusual y que a la vez le aporte una inmensa alegría? Esta es una de las preguntas que Lu Chuan parece querer responder con Ciudad de vida y muerte (Nanjing! Nanjing!, 2009), una cruda reconstrucción de lo acaecido en Nanking, a la sazón, capital de china, cuando el ejercito imperial japonés la invadió en 1937. El ejercito invasor diezmó a la población de la ciudad, violó a sus mujeres, maltrato a sus ciudadanos y masacró a sus soldados de las formas mas crueles imaginables. Todo esto es mostrado por Lu Chuan en un bellísimo blanco y negro que realza, mas si cabe el realismo y la crueldad del filme, tal y como ya hiciera en 1993 Steven Spilberg en La lista de Schindler (Schindler’s list, 1993).


Ciudad de vida y muerte es una película contemplativa y reflexiva, con unas pocas escenas bélicas (diferenciadas del resto en la fase de montaje mediante planos cortos rápidamente superpuestos), que dedica sus casi dos horas y media de metraje a mostrar las atrocidades cometidas en la ciudad que le da nombre. En la película podemos encontrar algunas de las mas crudas y originales imágenes vistas en los últimos años (cf. el plano en el que se ve al piloto de tanque de pie, y como le sale humo de los múltiples agujeros que tiene en la espalda).


Es una película de miradas más que de palabras. El director se basa en los ojos de sus actores para mostrar las terribles consecuencias de la guerra. Es curioso que la mirada de uno de los soldados japoneses sea casi idéntica a la mirada de Martin Sheen en su interpretación del capitán Willard en Apocalypse Now (Id. 1979). Refleja aquí, igual que en la película de Coppola, el particular viaje al horror del protagonista, que en determinado punto de la película dirá de forma fatalista: “La vida es mas difícil que la muerte”. Inmediatamente después se pegara un disparo en la cabeza.


Maravilloso es el uso del sonido por parte de Chuan. El sonido de las balas y los obuses explotando crean la sinfonía perfecta para marcar el ritmo en las escenas de guerra, ante la ausencia casi total de música existente en la película. Durante el resto de la cinta, el silencio mas absoluto será el que acapare la mayor parte de la atención convirtiéndose así en la verdadera banda sonora del filme. La única excepción a esto es la escena del baile casi al final de la película en la que una percusión rítmica e hipnotizante remarca una de las más intensas secuencias del filme.


Lu Chuan hace gala de un sentido estético envidiable en su forma de filmar las masacres cometidas por el ejército japonés, sin caer en ningún momento en lo gore y la sangre fácil. Haciendo que nos quedemos repugnados y maravillados al mismo tiempo viendo como los soldados chinos caen, de forma literal, en oleadas mientras son ametrallados por los japoneses, en otra secuencia excelentemente montada, que muestra las múltiples maneras del ejercito japonés para librarse de sus adversarios.

La película esta sobrevolada por una dimensión épica presente tanto en lo visual como en los personajes. El soldado rebelde que mantiene viva la resistencia en la ciudad. El embajador alemán luchando por salvar las vidas de cuantos chinos sea posible. El niño siempre fiel, que contagia su valentía a todos los chinos. El soldado japonés, enamorado de una prostituta, que ve crecer la crueldad de sus propios compañeros. Todos ellos son personajes muy bien construidos que sostienen un intenso filme a pesar de que el protagonismo no recaiga en ninguno de ellos, y recaiga en todos ellos a la vez.


Lu Chuan firma un film bélico con sensibilidad y garra al mismo tiempo, que nos muestra la peor cara de la guerra, pero tambien la mejor, una película excelente tanto en lo artístico (la película comienza con un soldado japonés en la trinchera a punto de entrar en la ciudad y acaba con la risa de felicidad de un niño ya libre) como en lo técnico (juega con la profundidad de campo de una forma magistral) que lo sitúa al mismo nivel que otros grandes directores orientales actuales.


Ciudad de vida y muerte es probablemente una de las películas mas tristes y bellas que podrán verse en mucho tiempo.

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