Cada vez queda más claro que tenemos que sustituir la expresión cine de superhéroes por la de cine con superhéroes. Entender el cine o la televisión protagonizado por personajes con mallas y superpoderes como género cinematográfico supone atribuirle una serie de características argumentales, de tono y de estilo comunes y compartidas por todas las películas adscritas al mismo. Esto puede ser relativamente sencillo cuando hablamos de Los Vengadores, Iron Man o El Hombre de Acero, y digo relativamente, pero sin duda es más complejo si pretendemos meter en el mismo saco a las mencionadas junto a productos como Umbrella Academy o El protegido, que poco tienen que ver. En su medio origignal, el cómic, hace ya años que se asume que los superhéroes no son sino el decorado de la historia que se está contando, y que con un personaje en mallas en la portada se puede contar literalmente cualquier tipo de historia. Esta idea está permeando poco a poco al mundo del cine y la televisión y el siguiente paso ahora es que el público reconozca este hecho. Jupiter’s Legacy es un claro ejemplo de esta idea, pues más que nunca no es una historia de superhéroes, sino una historia con superhéroes.
Jupiter’s Legacy es la adaptación para Netflix del cómic homónimo de Mark Millar y Frank Quitely. Quien conozca el trabajo de Millar por sus adaptaciones previas al cine —Kick-Ass, Wanted, Kingsman— reconocerá una serie de elementos comunes en su obra: violencia extrema, lenguaje malsonante y una cierta irreverencia gamberra con la que impregna todos sus trabajos, entre otros. Con este curriculum y viendo las fotos promocionales, uno esperaría ver una versión para Netflix de The Boys. Nada más lejos de la realidad. Hay dos elementos de Jupiter’s Legacy, el cómic que no tienen fácil traslación al formato televisivo. El primero la espectacularidad visual. Frank Quitely es uno de los mejores dibujantes de la industria y tiene un estilo muy particular detalladísimo y con una expresividad única. Un estilo imposible de existir fuera de las viñetas. Por otro lado la duración. A pesar de contar con una serie precuela —Jupiter’s Circle, de la que también toma elementos la serie de televisión— la serie original tiene por el momento diez números publicados, aunque se ha anunciado un tercer volumen a publicar este mismo año con doce más. Insuficientes para llevar a cabo una serie de televisión de varias temporadas con interés continuado en el tiempo. Steven S. DeKnight, responsable de trasladar a imagen real el cómic —aunque hacia el final de la producción abandonó el barco por las consabidas diferencias creativas siendo sustituido por Sang Kyu Kim— y consciente de estos dos handicaps decide llevarse la serie a su terreno y expandir aquello que en el cómic se apuntaba pero no llegaba a desarrollarse en profundidad, el drama familiar de los personajes. Pero ¿de qué va Jupiter’s Legacy?
La serie está centrada en la comunidad superheroica existente en el mundo, formada por dos únicas generaciones de héroes. La primera, que obtuvo sus poderes tras una larga búsqueda y todo un viaje iniciático en la década de los años 30 y que literalmente inventaron el concepto de superhéroe, estableciendo un Código de actuación y un supergrupo del que todos forman parte. Y la segunda formada por sus descendientes, seres ya nacidos con grandes poderes y la fama de ser hijos de sus padres, que no han voluntariamente la vida heroica, y que hacen uso de sus dones de diferentes formas. Desde quien aspira a convertirse en un icono como lo fuera su padre durante años, hasta quien utiliza la fama para ganar millones rodando anuncios de televisión y gastándose el dinero en fiestas, drogas y alcohol cual estrella del rock desfasada. Con estos mimbres, el cómic de Millar/Quitely tiene un ritmo mucho más ágil, movido siempre por la acción y la espectacularidad, y avanzando de un momento épico al siguiente sin profundizar demasiado en los personajes y sus motivaciones. La serie de Netflix por el contrario tiene un ritmo mucho más pausado, deteniéndose en los personajes y dejando el tema superhéroico como un elemento secundario lo que supone una elección tremendamente acertada. Hablamos de una serie protagonizada por personajes con poderes inimaginables, y por supuesto que hay acción, y cuando llega es de forma espectacular y épica, pero no es el centro de la trama. Lo que de verdad importa en Jupiter’s Legacy es el enfrentamiento ideológico entre las distintas generaciones de superhéroes y cómo eso afecta al entorno familiar y social que comparten y al mundo en el que viven, algo que por otro lado, solo empieza a intuirse hacia el final de la serie, dejando su desarrollo para futuras temporadas. Para hacerse una idea del ritmo que lleva la serie, y aunque la adaptación es libre, la primera temporada equivale aproximadamente a los dos primeros números del cómic.
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