Como todos los años la temporada de verano ha empezado a lo grande con dos de los estrenos palomiteros más esperados del año. Por un lado El Hombre de Acero (Man of Steel, 2013) de Zack Snyder que supone el reinicio de la saga de Superman en el cine tras la no muy acertada Superman Returns (Id, 2006) de Bryan Singer y que además supone a tenor de lo visto en la Comic-Con de San Diego de este pasado fin de semana el pistoletazo de salida para el nuevo universo compartido que pretende llevar DC al cine, a imagen y semejanza del de Marvel Studios. Por otro tenemos Star Trek En La Oscuridad (Star Trek Into the Darkness, 2013) de J.J. Abrams que principalmente constatará a su director como la elección correcta para dirigir el reinicio de la franquicia de Star Wars o todo lo contrario. Como muestra de lo que puede deportarnos el cine de acción en verano ambas películas en conjunto no podían haberlo hecho mejor. Eso sí, una hacia cada lado de la balanza.
Por su parte El Hombre de Acero, más allá de la polémica creada a su alrededor sobre si es una adaptación fiel o no del personaje, es una película débil en todos sus aspectos. Débil argumentalmente en tanto sus ideólogos David S. Goyer y Christopher Nolan, responsables de la trilogía del Caballero Oscuro no han hecho sino tratar de plasmar lo que llevó al éxito a aquella pero con un personaje que no se presta a ello. Batman y Superman no son iguales y lo que funciona con uno, no tiene necesariamente que funcionar en el otro. De ahí que toda la pseudoprofundidad que conlleva el argumento, especialmente los tintes mesiánicos nada disimulados, no hagan sino lastrar la película desviándola de otros elementos que quizá hubieran casado mejor con el personaje como la moral o la responsabilidad. Y débil visualmente dado que los más que correctos efectos visuales (necesarios en una producción de estas características) quedan disipados por una sobrecarga de los mismos y las malas decisiones de cámara a la hora de filmarlos. La cámara al hombro que con tanta maestría utilizaba Paul Greengrass en la saga Bourne parece aquí impostada y carente de decisión. Por último, algo que sigue sorprendiendo de Zack Snyder es su falta de control sobre el tempo cinematográfico que tan bien utilizó en su opera prima. El ritmo que tenía El Amanecer de los Muertos (Dawn of the Dead, 2004) es algo que no ha vuelto a mostrar ninguna de sus películas posteriores y especialmente ésta.
Si el Hombre de Acero representa la excesiva confianza en lo visual sobre lo argumental y el espectáculo por el espectáculo, Star Trek En la Oscuridad supone todo lo contrario. Si algo le falta a J.J. Abrams para parecerse aún más a Steven Spilberg en estos momentos es la variedad de géneros. Abrams ha mostrado con cada película que ha estrenado un dominio del espacio y del tiempo cinematográfico asombroso para alguien de su edad y trayectoria. Si bien es cierto que tiene también un gusto especial por los efectos visuales quizá algo excesivo –que en cierto modo hizo desentonar ciertas escenas en su anterior cinta, Super 8 (Id, 2011)- sabe compensarlo con un argumento sólido y un preciso conocimiento del lugar que deben ocupar dichas escenas en el conjunto de la película. Star Trek En la Oscuridad es un ejercicio de buen cine de acción, de un blockbuster de calidad en el que todo encaja con precisión milimétrica sin que nada desentone del conjunto. Los actores ejercen su papel con soltura –otra diferencia más con El Hombre de Acero que a pesar de contar con un reparto más que eficaz no puede evitar que muchos de ellos parezcan fuera de lugar la mayor parte del metraje- y la banda sonora del cada vez más efectivo Michael Giacchino anuda la cinta con un envoltorio de lujo.
Estando como estamos a finales de Julio aún queda un buen número de estrenos fuertes para este verano. Habrá que esperar a ver si se acercan más a la fórmula de El Hombre de Acero o a la de Star Trek.
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