Lo primero que uno se pregunta viendo Legión (Legion, 2010), opera prima del técnico de efectos visuales Scott Stewart, son las razones que han llevado a actores de la talla de Paul Bettany o, en menor medida (últimamente), Dennis Quaid a participar en una película como esta. La única respuesta que se me ocurre es que se lo han tenido que pasar de miedo. La película nos cuenta como Dios ha perdido la fe en la humanidad (¿?) y envía una plaga de ángeles que poseen los cuerpos de los hombres convirtiéndolos en algo así como zombis con dientes afilados (¿¿??) para erradicar a la raza humana del planeta y específicamente para acabar con la vida del Salvador de la humanidad que está próximo a nacer en un área de servicio perdida en el rincón mas lejano del desierto de Mojave. Paradise Falls, que así se llama sutilmente el local, está regentado por Bob Hanson (Dennis Quaid) un perdedor que compró la gasolinera pensando que era una gran inversión de futuro, su hijo Jeep (un horrible Lucas Black), la camarera embarazada del futuro Mesías, Charlie (Adrianne Palicki) y el cocinero Percy (Charles S. Dutton). En el momento en el que el ángel Michael/Miguel (Paul Bettany) aparece por el lugar con un cargamento de armas para proteger al bebé también están por ahí por una razón o por otra una familia disfuncional (John Tenney, Willa Holland y Kate Walsh) y un negro bravucón con una pistola de gran calibre en el bolsillo (Tyrese Gibson). El primer anuncio de lo que está por venir proviene de una anciana en andador que acaba correteando por el techo y mordiendo en la yugular a uno de los personajes. A partir de este punto la película tomará un poco del Terminator (The Terminator, 1984) de James Cameron, del Asalto a la comisaría del distrito 13 (Assault on precint 13, 1976) de John Carpenter y de La rebelión de las máquinas (Maximum Overdrive, 1986) de Stephen King entre otras muchas para desarrollar la historia del grupo de personas altamente armadas acorraladas en una gasolinera por un ejercito de poseídos, y con el futuro de la humanidad sobre los hombros.
No nos engañemos, Legión es una película de serie B que de alguna manera ha conseguido el presupuesto necesario para contratar actores de cierto prestigio y tener una publicidad que no se corresponde con su propuesta. La película sigue la estela de producciones recientes como Planet Terror (Id, 2006) en el sentido de llevar una estructura de serie B a las carteleras aunque sin el puntazo gamberro que sí tenía la película de Robert Rodríguez. Como es habitual en las producciones de bajo presupuesto el guión no pierde tiempo dando explicaciones, no sabemos porqué Dios se cabrea con el hombre, porqué este bebé será el próximo salvador, ni las razones por las que el ángel Michael se rebela contra su Señor. La película posee, también como es habitual en la serie B, unas ínfulas de trascendencia manifiestas en el nada encubierto trasfondo moral(ista) que está presente durante toda la cinta.
Legión es, para todo aquel que sepa disfrutar de la serie B sin complejos, una película de lo mas entretenida con algunas pocas escenas rozando el terror realmente buenas (cf. la llegada del heladero con la música del camión o el momento en el que los protagonistas salen del edificio con el bebe y como los seres que les acechan se van apartando haciéndoles pasillo pero sin atacarles por su imposibilidad de acercarse al niño) creadas mediante un excelente juego con la iluminación que demuestra el talento de John Lindley, director de fotografía que ya dejo muestra de su buen hacer en Mr. Brooks (Id, Bruce A. Evans, 2007). También destaca el hecho de que el mal provenga siempre de lo más inesperado, como la anciana o el heladero, haciendo que el espectador llegué a dudar de algunos personajes.
Lamentablemente el entretenido ambiente de serie B de la primera mitad de la película se pierde a partir de la llegada del arcángel Gabriel (Kevin Durand). Los enfrentamientos contra este personaje son mas propios de una cinta de acción para la que Scott Stewart no tiene ni la habilidad ni los medios necesarios. El punto débil de Legión es sin duda el hecho de la película intente tomarse demasiado en serio, se echa de menos un tono mas desvergonzado que dejara claras las pretensiones del film. También el final políticamente correcto (requisitos para poder estrenar en salas) que echa por tierra todo lo planteado por la película hasta entonces.
Aun así es una película sobradamente disfrutable si se acude a las salas con pocas exigencias y muchas ganas de pasárselo bien y que sirve, junto a la mentada cinta de Rodríguez o la noticia del próximo estreno en salas de Dead Snow, de precedente para que en el futuro, alguien más se atreva a financiar esta clase de proyectos, alejados de lo habitual pero divertidos por su aire desvergonzado, y que aportan frescura y variedad a una cartelera a veces demasiado encorsetada.
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